ESCULTURA

 El escultor romántico estaba tan entregado a la figura humana como el neoclásico, aunque no se limitó a trabajar el mármol; sus retratos se regían también por un equilibrio apropiado entre lo real y lo ideal, y se inspiraban también en la Antigüedad Sin embargo, la escultura romántica se distingue de la neoclásica por los personajes, que expresan emociones violentas, y un estilo caracterizado por el movimiento intenso y exagerado, ejecutado a menudo con una técnica de boceto. La Marsellesa de François Rudé sobre el arco de Triunfo de París es un buen ejemplo de la escultura romántica del período, obra de uno de sus principales artistas.
El escultor, basándose en formas griegas y romanas, en fuentes modernas y en la composición barroca, carga de intensidad psicológica y física un acontecimiento contemporáneo. Los voluntarios franceses empuñan sus armas y se mueven rápida mente para defender sus fronteras durante la Revolución de 1792. Belona, la diosa romana de la Guerra, que evoca a la Libertad en el homenaje de Delacroix a la Revolución de 1830, La Libertad guiando al pueblo, corona el masivo grupo de figuras que conduce a la batalla.
Puede observarse una tendencia especialmente violenta que recorre toda la escultura romántica en los grupos animales, como los de Antoine-Louis Barye, un amigo de Delacroix, quien en su Journal la fuerza emotiva de los bronces de Barye. La obra de Barye, Tigre devorando a un gavial del Ganges, que mereció una medalla de segunda clase en el Salón de 1831, es característica del tema de la lucha de la naturaleza por la supervivencia, que Barye expresa con una convincente intensidad. Los pequeños bronces de Barye, influidos por sus estudios de la naturaleza en los Jardines Botánicos de París.